¿Dónde nos sentamos a reflexionar y a aquietar la mente para concentrarnos en nuestras propias necesidades? ¿En qué lugar podemos organizar nuestras ideas? En el altar de una bruja, se realizan muchas cosas.

1. Una de ellas es aclarar las propias ideas. Ponemos un velón blanco y nos centramos en su llama para vaciar totalmente la cabeza. Cuando lo hemos conseguido y no estamos en absoluto obsesionadas con cualquier cosa de la vida, entonces, y solo entonces, visualizamos el estado al que deseamos llegar. Por ejemplo, necesito cambiar de coche porque el mío ya va muy viejo y además es de hace más de 20 años y contamina un montón. Visualizo que conduzco un vehículo nuevo y ecológico a los sitios a los cuales acudo de forma habitual.
2. Preparar nuestra mente para otros rituales que luego realizaremos en nuestro círculo de poder. Por ejemplo el próximo Sábat. O para una clienta o un cliente que nos pidió un ritual o un amuleto con indicaciones específicas.
3. Preparar la mente para nuestros propios temas personales. A veces hay que salvar los muebles de nuestra vida sentimental, por así decirlo y viendo venir el desastre, pues comenzar a asumir el cambio que se avecina y trabajar en el proceso de sanación emocional, o también cuando perdemos a un ser querido.

El altar de una bruja es ella misma. Es su mente. Y las partes que componen su ser. Pueden estar presentes los 4 elementos, pero no es imprescindible. Normalmente con la vela blanca llega. Pero muchas configuran el altar con muchos objetos. Es respetable, pero ojo. El altar de una bruja, debe estar ordenado, limpio y servir a un propósito. El bienestar de la propia bruja. Por tanto ahí puede velar por sí misma. Siempre con respeto y sabiduría, sin estar pidiendo cosas como: ¡QUE ME TOQUE LA LOTERÍA!

No, seamos serias, por favor. Pero nada tiene de malo protegerse, velar por la propia salud y bienestar general. No olvidando que sobre todo, el altar es tu templo espiritual exteriorizado.