Cuando no aceptan tu ayuda puede resultar frustrante. Pero el posible cliente no nos pertenece y no es nuestro trabajo convertirlo o convencerlo.

Debemos ser pacientes y dejar que siga su camino. Volverá cuando esté preparado para afrontar la situación, especialmente en casos de desarrollo personal y espiritual. Estas tareas requieren de mucha paciencia para que el consultante no se sienta presionado.

Cuando yo estoy en crecimiento, me ocurre a veces que no es un buen día para afrontar alguna de las verdades a las que debo hacer frente. Como por ejemplo el perdón. Perdonar es muy sano porque evita que te sientas enfermo de ira. Es una de las cosas que a mí más trabajo me cuestan. A menudo se debe a que no creo que el problema con tal o cual persona, no se volverá a repetir y por ese motivo no se lo puedo pasar, porque la persona persiste en su error, siempre visto desde mi perspectiva.

No obstante, llega un día, que suelto esa piedra y ya me siento bien. Si a nosotras, que somos sabias, nos cuesta cuánto más le costará a los profanos en la materia…

Por tanto debemos ser pacientes con clientes y discípulos porque todos evolucionamos y no hay prisa porque el tiempo que tenemos por delante es infinito, es la eternidad. O como dijo Einstein «El tiempo es relativo«.

No desesperéis cuando alguien no acepta vuestra ayuda, paciencia.